La psicoeducación tiene por objeto ayudar a identificar con mayor entendimiento y claridad un problema y orientar a la persona en su resolución o tratamiento favoreciendo una mejora en la calidad de vida, reforzando las fortalezas, los recursos y las habilidades personales.

     Ese es mi trabajo y a ello me dedico desde hace tiempo, aunque en realidad creo que desde siempre, porque ¿qué madre no es un poco psicóloga en su casa? y siendo una madre joven como yo, creo  que llevo haciendo de terapeuta toda mi vida.

   En mi profesión, el bagaje académico y el estar al día en terapias, instrumentos de evaluación o métodos es muy importante, y sobre ellos podría enumerar diferentes cursos realizados y títulos alcanzados, pero sería muy aburrido para ustedes.

     Prefiero hablar de otro tipo de conocimiento que, sin quitar mérito a lo académico, para mí es más importante, me refiero, al conocimiento que se adquiere a través de la experiencia dentro y fuera de una consulta y que nos ayuda a entender a la persona que tenemos delante. A través de la empatía podemos comprender la visión que de la realidad tiene esa persona, su postura y sus opiniones, todo ello, sin prejuicios.

     Experiencia, comprensión y empatía, son conceptos que aportan un valor añadido a los conocimientos académicos necesarios en la práctica profesional para llegar a obtener resultados favorables en las terapias realizadas, que en mi caso, se han visto reflejados, sobre todo, en mi labor con jóvenes y adolescentes.