La forma en que interpretas tus emociones puede cambiar la manera en que las vives. La forma en que reacciones a una emoción en concreto, condicionará cómo actúa sobre ti.

 

     El orador que sufre con la idea de hablar en público lo hace porque interpreta sus nervios como algo negativo, como una señal que le está enviando su cuerpo para que salga corriendo de allí.

 

     Sin embargo, alguien que interprete esos mismos nervios como excitación y ganas de hacerlo bien, probablemente tendrá más éxito en su conferencia.

 

     Podemos extraer de esto que nuestro cuerpo nos envía la energía necesaria para hacer las cosas, pero cómo utilizarla lo decides nosotros y aquí voy a enseñarte cómo hacerlo.